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Noticias sobre los cigarrillos electrónicos

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Noticia muy tendenciosa:
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  Denuncian una campaña de información contra el cigarro electrónico  
 
   
   ANEV (Asociación Nacional Española de Vapeadores) y ANESVAP (Asociación Española de Usuarios de Vaporizadores Personales) unen sus voces para denunciar públicamente que la campaña de información contra el cigarrillo electrónico que los colectivos médicos están haciendo en España responde únicamente a los intereses de las compañías farmacéuticas, informa la agencia Grayling España.
   
  Ambas asociaciones defienden que asistimos a una campaña de información global y tendenciosa contra el cigarrillo electrónico y que difiere enormemente de la situación que se está viviendo en otros países de nuestro entorno como Francia, Italia o Inglaterra, donde numerosos colectivos médicos de gran prestigio apoyan abiertamente el ecig como alternativa al tabaco.
   
  En este sentido Alberto Juan, representante de ANESVAP, confirma que “el corporativismo médico en España es, a veces, muy peligroso. Numerosos miembros de nuestra asociación son médicos y defienden el uso del cigarrillo electrónico como la alternativa más eficaz al tabaco pero siempre en círculos privados o bajo seudónimo en redes sociales. No pueden hacerlo públicamente por temor a represalias en el ejercicio de su profesión.”
   
  ANEV y ANESVAP denuncian el gran daño que la información orquestada contra el ecig, está haciendo a la salud pública en España y piden un debate transparente desde los medios de comunicación y otros foros sociales para esclarecer ante la opinión pública la verdad sobre el cigarrillo electrónico, divulgar su correcta utilización, promover su correcta regulación, y explicar las ventajas que éste puede aportar a corto, medio y largo plazo a la salud de los fumadores.
   
  En este sentido, Pedro Cátedra, presidente de ANEV, afirma que “el papel de los profesionales de la comunicación como altavoz de la realidad del ecig ante la opinión pública es crucial. Es fundamental que no sucumban a los intereses de los grandes lobbies farmacéuticos y mantengan la objetividad y la pluralidad de opiniones al tratar un tema tan crucial como el cigarrillo electrónico, capaz de ayudar a salvar decenas de miles de vidas”.
   
  Según estas asociaciones, múltiples estudios han demostrado que los cigarrillos electrónicos y los líquidos para su recarga que cumplen la normativa europea son sensiblemente menos nocivos que el tabaco tradicional, que contiene más de 4.000 sustancias tóxicas de las cuales al menos 60 son probables carcinógenos en humanos y de las que carece el e-cig. Para Catedra, “claramente asistimos a un movimiento de desinformación intencionado y organizado contra el e-cig sin justificación científica alguna y eso no se puede permitir”. 

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  Los cigarrillos electrónicos son mucho menos dañinos que los normales

  Varios estudios coinciden en su menor toxicidad, aunque se recomienda observar la evolución de su efecto
   Varios estudios demuestran que el efecto de los cigarrillos electrónicos es mucho menos dañino para la salud, tanto la de sus usuarios como la de los usuarios 'pasivos', que los cigarrillos normales. Aun así, recomiendan vigilar la salud de los 'vapeadores' porque la toxicidad de algunos de sus ingredientes no está medida con precisión. Por Carlos Gómez Abajo.   
Los cigarrillos electrónicos (e-cigarrillos) están ampliamente aceptados como una alternativa más sana a los productos de combustión de tabaco, pero hay cierta controversia sobre el grado en que estos productos afectan la salud de los vapeadores. Varios estudios científicos coinciden en que estos riesgos son pequeños o inexistentes.
 
 Una investigación de Igor Burstyn, de la Universidad Drexel (Philadelphia, EE.UU.), repasó los datos disponibles sobre la química de los aerosoles y los líquidos de los cigarrillos electrónicos, y comparó la exposición a los vaporizadores con las normas de seguridad en el trabajo.
 
 En sus conclusiones, Burstyn señala que no hay ninguna evidencia de que los cigarrillos electrónicos produzcan exposiciones a la inhalación de los contaminantes del aerosol que supongan problemas de salud, según los estándares que se utilizan para garantizar la seguridad de los lugares de trabajo.
 
 Sin embargo, el aerosol generado en conjunto (los contaminantes más otros ingredientes, como la glicerina, cuya toxicidad no está medida de manera oficial) sí que justificaría una vigilancia de la salud de sus consumidores, señala el artículo. En cuanto a los vapeadores pasivos, el artículo considera que la magnitud de su exposición es muy pequeña y por tanto no sufren efectos negativos.
 
 Toxicidad
 
 Otro estudio, en este caso del Roswell Park Cancer de Buffalo (Nueva York), dirigido por Maciej L. Goniewicz, analizó los vapores de los cigarrillos electrónicos en busca de cuatro grupos de compuestos potencialmente tóxicos y cancerígenos: carbonilos , compuestos orgánicos volátiles, nitrosaminas y metales pesados.
 
 Se analizaron 12 marcas de cigarrillos. Los compuestos tóxicos seleccionados se extrajeron de los vapores en fase sólida o líquida y se analizaron con métodos cromatográficos y de espectroscopia.
 
 Se encontró que los vapores de los e-cigarrillos contienen algunas sustancias tóxicas, pero que sus niveles eran entre 9 y 450 veces menores que los del humo de cigarrillo normal.

  En una habitación cerrada
 
 Por último, un estudio de los laboratorios italianos ABICH analizó los químicos emitidos al ambiente por los cigarrillos electrónicos en un entorno cerrado, de 60 metros cúbicos.
 
 Compararon el efecto de cinco fumadores normales con el de cinco vapeadores, en sendas sesiones de cinco horas (separadas por 65 horas para que se ventilara la habitación).
 
 Se fumaron 19 cigarrillos normales, que contenían en total 11,4 miligramos de nicotina, mientras que se consumió 1,6 mililitros de líquido de vapeo, que contenía 17,6 mg de nicotina.
 
 El único tóxico producido en ambos casos fue el carbono orgánico total (TOC), cuya concentración era 10 veces menor tras la sesión de vapeo. Los cigarrillos normales produjeron tolueno, xyleno, monóxido de carbono, nicotina, acroleína e hidrocarburos poliaromáticos. Los electrónicos, glicerina.
 
 En definitiva, según los investigadores, la calidad y la cantidad de los tóxicos producidos por los cigarrillos electrónicos es mucho menos dañina para los vapeadores pasivos que la de los cigarrillos normales.
 
   
   Referencias bibliográficas:
 
 Igor Burstyn: You are not allowed to view links. Register or Login. BMC Public Health (2014). DOI:10.1186/1471-2458-14-18
 
 Maciej Lukasz Goniewicz et al.: You are not allowed to view links. Register or Login. Tobacco Control (2013). DOI:10.1136/tobaccocontrol-2012-050859
 
 G. Romagna: You are not allowed to view links. Register or Login. XIV Annual Meeting of the SRNT Europe 2012, Helsinki (Finlandia) 

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Muy interesante el artículo y los datos que ofrece, y con enlaces a los estudios. :2ok:

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Un grupo de expertos británicos solicita a la OMS apoyar el uso de cigarrillos electrónicos

 EFE - Jueves, 29 de Mayo de 2014 - Actualizado a las 12:00h


 Un grupo de expertos británicos en salud pública y tabaquismo ha pedido a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que no penalice el uso de cigarrillos electrónicos, pues los consideran útiles para dejar de fumar. LONDRES. En su carta, que hoy difunde la BBC, los partidarios de estos cigarrillos argumentan que sería incorrecto equipararlos al tabaco, dado que se ha demostrado que, a pesar de contener concentraciones de nicotina, son "una innovación de salud importante" y ayudan a dejar el hábito.
No obstante, otros sectores del Reino Unido, incluidos los colegios profesionales Asociación Médica Británica y la Facultad de Salud Pública, piden que estos vaporizadores electrónicos se regulen y que se estudien sus efectos en la salud a largo plazo.
La Agencia de Salud Pública de Inglaterra dijo en un informe reciente que los conocidos como "eCigs" requieren "una regulación apropiada, controles rigurosos y gestión del riesgo" para optimizar sus beneficios.
La carta de los partidarios, entre ellos el experto en psicología de la salud y estudios del tabaco Robert West, se difunde cuando la OMS estudia cuáles serán sus directrices a los Gobiernos respecto a la regulación de los cigarrillos electrónicos.
Estos "cigarrillos" consisten en un sistema electrónico inhalador diseñado para simular y sustituir el consumo de tabaco.
Mediante una batería de pequeño tamaño, calientan y vaporizan una solución líquida, que puede contener nicotina o solamente aromas.
Los firmantes de la carta piden a la OMS que "reprima la necesidad de controlar y suprimir los cigarrillos electrónicos" y aseguran que han visto un documento interno del organismo en que los califica como "una amenaza" para la salud.
"Si los reguladores tratan los productos de nicotina de bajo riesgo como los productos tradicionales de tabaco, los están definiendo inapropiadamente como parte del problema", dicen.
"Nos preocupa que la clasificación de estos productos como tabaco haga más mal que bien", escriben en su misiva, donde subrayan que el potencial de estos dispositivos para ayudar a dejar el hábito es "enorme".
Un portavoz de la OMS, cuyo tratado sobre el tabaco cubre actualmente a 178 países, dijo a la BBC que este organismo "está preparando sus recomendaciones para los Gobiernos en cuanto a la regulación y la comercialización de cigarrillos electrónicos y dispositivos similares".
Estas recomendaciones, elaboradas según estudios científicos, se debatirán este año para determinar la nueva Convención para el control del tabaco.
"Trabajamos con los reguladores nacionales para examinar las varias opciones de regulación, y con expertos en toxicología, para entender más sobre el posible impacto en la salud de los cigarrillos electrónicos", afirmó esta fuente.
 En el Reino Unido, el Gobierno de Gales se plantea prohibir el consumo de "eCigs" en lugares públicos porque cree que "normaliza" el hábito de fumar y puede animar a niños y jóvenes.
 

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Está aumentando el número de noticias sobre los ecigs, que es un dato interesante y con un significado. Es fácil que veamos nuevas regulaciones.

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  Expertos en salud pública piden extremar el control del cigarrillo electrónico

  139 expertos mundiales alaban las políticas más restrictivas en una carta a la OMS

 "La industria está intentando preservar sus prácticas depredadoras", señalan

        You are not allowed to view links. Register or Login   Valencia  17 JUN 2014 - 20:15 CETYou are not allowed to view links. Register or Login             
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Una mujer fuma un cigarro electrónico /

Los riesgos para la salud del cigarrillo electrónico y su falta de regulación (impuestos, zonas de uso, efectos en el organismo, límites a la publicidad) comparado con el tabaco convencional preocupan a los especialistas en salud pública. Más de un centenar de ellos, entre los que se encuentran referentes mundiales de esta especialidad, han remitido You are not allowed to view links. Register or Login en la que piden que se refuerce el control sobre este producto, cuyo consumo crece de forma exponencial. Además, advierten de que esta actividad puede estar siendo utilizada por la industria tabacalera como una estrategia para diversificar su negocio: “Al desplazarse hacia el mercado del cigarrillo electrónico, la industria está intentando preservar sus prácticas depredadoras e incrementar sus beneficios”.
Los autores del escrito ponen como ejemplo a seguir a los países que han adoptado las medidas más restrictivas. Como Australia, que prohíbe la importación y venta de cartuchos que contengan nicotina. O Brasil y Turquía, que vetaron la importación, venta y publicidad relacionada con estos dispositivos hasta que los fabricantes ofrezcan información sobre la seguridad de estos productos.
A finales de febrero, Bruselas dio el primer paso para You are not allowed to view links. Register or Login que exige, entre otros aspectos, que se informe en el etiquetado de todos sus componentes y posible peligrosidad. El Ministerio de Sanidad está trabajando en su transposición, según trasladaron ayer fuentes de este departamento a EL PAÍS. Al margen de ello, la Ley para la Defensa de los Consumidores prohibió desde marzo el uso de estos productos en centros educativos y sanitarios, zonas infantiles, espacios de las administraciones públicas o en el transporte público.
El escrito dirigido a la presidenta de la OMS, con fecha del martes, You are not allowed to view links. Register or Login, también remitida a Chang por 53 “especialistas en nicotina y en políticas de salud pública”, tal y como se definen, que defienden que el vapeo —como se conoce el acto de fumar estos cigarrillos— puede servir como un sustitutivo menos perjudicial que el tabaco e incluso ser útil para dejar de fumar. “No queremos que por elaborar una regulación para prevenir un riesgo mínimo [los peligros asociados al vapeo] se pierda el potencial de uso de estos dispositivos”, relata Guillermo González, uno de los firmantes. González es psiquiatra de la clínica San Miguel de Madrid y miembro de la Asociación de Usuarios del Cigarrillo Electrónico Anesvap. “No tenemos detrás a la industria tabaquera”, señala.
Frente a estas tesis se han alzado 139 figuras del ámbito de la salud pública como Peter Allebeck, del Instituto Karolinska (Suecia), John Ashton, de la Facultad de Salud Pública del Reino Unido o José María Martín-Moreno, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Valencia y asesor de la oficina europea de la OMS. También se encuentra entre los firmantes Carlos Artundo, consejero delegado de la Escuela Andaluza de Salud Pública.
   El escrito responde a otra carta en la que 53 médicos pedían también a la OMS que se reconociera el potencial del vapeo para dejar de fumar
  “Lo que sabemos de momento sobre el efecto directo en la salud de los cigarrillos electrónicos no nos tranquiliza nada”, comenta Artundo. La carta insiste en esta idea al plantear que la falta de conocimiento detallado de efectos adversos en la salud de estos dispositivos no implica que no existan. Su aparición en el mercado es tan reciente que “aún no ha pasado suficiente tiempo como para determinar que efectos tienen y su magnitud en la población”, recoge el escrito. Por contra, señala, sí está demostrado que son dispositivos que liberan sustancias tóxicas que perjudican a la salud. Por ejemplo, propilenglicol, nitrosaminas específicas del tabaco, nicotina, compuestos volátiles orgánicos, así como benceno, niquel o plomo.
La carta también refleja la “insuficiente evidencia” que existe de que estos dispositivos sean eficaces  como un método para abandonar el hábito del tabaco. Y recuerda que estrategias anteriores planteadas por la industria como métodos de reducción de daños, como por ejemplo fueron los pitillos con filtro o bajos en nicotina, no redujeron los efectos perjudiciales para la salud en los consumidores, a pesar de trasladar una sensación de mayor protección.


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  Adicción al tabaco: ¿es el cigarro electrónico una alternativa terapéutica?                                 

Por Nestor Szerman, jefe de servicio de Salud Mental de Retiro, del Hospital Gergorio Marañón, de Madrid, y presidente de la Sociedad Española de Patología Dual

    Sábado, 26 de julio de 2014, a las 19:22                           

 La adicción al tabaco es un trastorno mental reconocido en las clasificaciones de las enfermedades mentales, entre las que destaca el DSM-5 (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders- Fifth Edition).
 
 Los investigadores han propuesto desde hace décadas diferentes teorías neurobiológicas para explicar las adicciones. En la actualidad, y desde la investigación en neurociencias, se postula que todas las sustancias psicoactivas con capacidad adictiva se corresponden con sistemas y circuitos cerebrales de comunicación y regulación celular endógenos, como por ejemplo el sistema opioide, cannabinoide y el colinérgico/nicotínico entre otros.
 
 Estos circuitos cerebrales no existen solo para que podamos drogarnos, sino que están vinculados a nuestra supervivencia como individuos y como especie.
 
 La disfuncionalidad de estos sistemas y circuitos neurobiológicos del cerebro por causas genéticas y/o ambientales podría explicar la conducta adictiva y también otros síntomas o trastornos psiquiátricos que se presentan de forma paralela o secuencial, (rasgos y estados de enfermedad mental) y que se conocen como patología dual.
 
 De hecho, existen evidencias científicas que muestran la implicación de receptores cerebrales nicotínicos en diferentes enfermedades mentales como la psicosis, la depresión, la ansiedad, el TDAH, la obesidad y en síntomas como la hostilidad, agresividad, cognición, etcétera.
 
 Según datos manejados por el Instituto Nacional de Abuso de Drogas de los Estados Unidos (NIDA), casi la mitad del tabaco consumido en ese país, lo es por parte de individuos que sufren los trastornos mentales anteriormente citados. Recientes estudios epidemiológicos amplían este hecho y señalan que el mejor predictor de pasar de usar una sustancia, como el tabaco, a tener un uso problemático y/o adictivo de esa sustancia, es tener cualquier trastorno mental. Es un hecho que el tabaco es una droga altamente perjudicial y que produce en los enfermos con trastornos mentales otras patologías también graves.
 
 Con estas evidencias, los psiquiatras y expertos en patología dual abordan el tratamiento de las enfermedades mentales de forma conjunta: el trastorno mental y, en este caso, la adicción al tabaco.
 
 No podemos obviar que el tratamiento de las adicciones y otras enfermedades mentales ha estado expuesto a corrientes moralistas que han obstaculizado su abordaje terapéutico. Por ejemplo, hemos tardado años y decenas de miles de fallecimientos en generalizar el uso de la metadona en los pacientes, debido a que se argumentaba que solo “se reemplazaba una droga por otra y no se optaba por la curación”.
 
 El tratamiento de la adicción al tabaco dispone de tres tratamientos psicofarmacológicos aprobados por las agencias reguladoras internacionales (FDA y EMA): bupropion, vareniclina y nicotina. Respecto a esta última, los expertos conocemos que los pacientes “fuman por la nicotina, pero mueren por el humo”. Esto quiere decir que la gran mayoría de la mortalidad y morbilidad atribuible al tabaco se debe a la inhalación de partículas de alquitrán y miles de gases tóxicos inhalados en aire caliente en los pulmones.
 
 Pero la nicotina es un medicamento razonablemente eficaz y seguro y sirve como tratamiento para los enfermos con patología dual. Sabemos que el tabaco es una sustancia perjudicial y con potencialidad adictiva en individuos vulnerables (por una posible disfuncionalidad cerebral de sistemas y circuitos nicotínicos), pero la nicotina es un medicamento. Su potencialidad dañina para el sistema cardiovascular, por ejemplo, es al menos controvertida y por tanto, no demostrada.
 
 La nicotina se comercializa en diferentes vías de administración como parches transdérmicos, chicles, pellets, spray, y desde hace pocos meses también puede encontrarse en los cigarrillos electrónicos.
 
 Un artículo publicado en la revista Science en enero de este año recoge la opinión del profesor David Nutt, neuro-psicofarmacólogo del Imperial College of London y exconsejero del Gobierno británico en política de drogas, en el que afirma que el cigarrillo electrónico es una forma revolucionaria de administración de la nicotina con la que se podrían salvar cada año más de cinco millones de vidas.
 
 El éxito del cigarro electrónico es muy fácil de explicar: radica en que el cambio de comportamiento que implica para los individuos adictos es muy sencillo y, al igual que otros sujetos con adicciones, - aunque conscientes del riesgo-, no pueden imaginar vivir, funcionar, trabajar o disfrutar sin el cigarro de tabaco. De hecho, muchos de estos pacientes, y sobre todo al comienzo, usan simultáneamente tabaco y cigarro electrónico, con lo que consiguen reducir el uso de tabaco al 50% o más desde el uso inicial, y a nadie se le escapa la diferencia en riesgos para la salud entre fumar 40 cigarros o 10.
 
 Los cigarros electrónicos están compuestos de una batería recargable, un atomizador y un depósito donde se inserta el cartucho que contiene el líquido que lleva entre 6 y 24 miligramos de nicotina, glicerina o propilenglicol, y otros aditivos alimentarios que otorgan los diferentes sabores. Debido a la falta de regulación, podría haber otros productos que pueden resultar tóxicos y que no aparecen en las etiquetas, como nitrosaminas o metales pesados, pero su presencia en cantidades muy pequeñas, no resultaría perjudicial.
 
 Es evidente que existe un déficit de información sobre este producto. Ni los comercios que los expenden ni las autoridades sanitarias han regulado su control, uso y comercialización de forma rigurosa, como debe hacerse cuando se trata de medicamentos y tratamientos que afectan la salud.
 
 Aún en el caso de que la nicotina no sea totalmente inofensiva, el cigarrillo electrónico ofrece una opción terapéutica muy importante a los fumadores que no pueden o no desean dejar de consumirla, como muchos de los enfermos de patología dual.
 
 A pesar de estos datos y evidencias científicas, hemos asistido a una campaña feroz con tintes moralistas que han situado a nuestro país en uno de los últimos lugares de Europa en cuanto a la difusión del cigarrillo electrónico. Para ello, se han esgrimido argumentos tales como el peligro de que los niños puedan ingerir los cartuchos de nicotina, o que serán usados por adolescentes no fumadores, cuando sabemos que el uso de los e-cigarrillos por los no fumadores es insignificante y no pueden ser considerados como una puerta de entrada al consumo de tabaco.
 
 Aquellos que abordan este tema desde un punto de vista moral e ideológico argumentan que no existen evidencias científicas a favor del uso del e-cigarro. Sin embargo, ya comenzamos a disponer de los primeros estudios controlados en pacientes con esquizofrenia- por ejemplo- y los resultados iniciales sobre su utilización son muy positivos.
 
 Sobre los distintos intereses económicos involucrados en este asunto, serán las autoridades sanitarias las que deban tomar las medidas regulatorias oportunas, adoptar una visión científica de este problema y no aceptar o promover información defectuosa o malas interpretaciones de los datos por parte de activistas y moralistas.
 
 La investigación y el debate científico debe continuar, pero no hay discusión posible ni útil para los afectados y sus familias, cuando ésta se aborda desde los prejuicios ideológicos y la supuesta superioridad moral.
 
 Nuestra sociedad, los pacientes y sus familias nos demandan ciencia, no moral o ideología.


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